Relato Oral
"La canción que cada uno tiene adentro" - Leonardo Oyola, TEDxRiodelaPlata
(Flashback) En diciembre del 87, fue la primera vez que escuche esta canción De
entrada nomas me gusto, quede enganchado con ella. Fue un bar, bowling y pool
en Morón que todavía sigue existiendo. Este lugar se llamaba Taler. Se sabía
llenar de noche, y uno mientras esperaba que se desocupara una mesa o que le
llegara un turno para jugar la línea. Tenían una pantalla gigante en la que
sabían proyectar películas, partidos de futbol, la canción “es la misma” de Led
Zeppelin, de Pink Floyd “The Wall”, y Creedence… videos de las bandas de la
época. Ahí tomando las primeras cervezas que supimos saborear, me acuerdo de
ver este video y de quedar enganchado de una con ella, con la cantante y con la
canción. A lo largo del clip, ella y otro integrante de la banda, iban
interpretando a diferentes parejas de la historia y de la ficción. Yo era muy
borrego todavía, no había leído bastante, no había visto mucho, y solo pude
identificarlos cuando la jugaban de Adán y Eva. De verdad me gustaba, y mucho,
la canción que estaba sonando. Y se ve que en un momento me deje llevar, y empecé
a mover la patita, a cogotear al ritmo de la canción, o incluso hasta cerré los
ojos y empecé a tararear o a cantar por fonética ese inglés. Tres cosas que
claramente no se deben hacer en un bar de machos en el oeste del gran buenos aires. (Elipsis) En ese momento recordé el lio que se había armado porque había
cometido el mismo error en otro bar, pero mi hermano se había plantado valientemente
cuando se empezaron a burlar los de alrededor. Y el tema es que cuando abrí
los ojos, el gordo que atendía la barra en Taler me estaba mirando congelado, estaba
así, frizzado. Tenía un vaso y un repasador, estaba mirando y se estaba
aguantando la carcajada. Pero igual no pudo evitar ‘sobiarme’, y entonces el
tipo, socarronamente me dice “te gusta”. Y yo me hice cargo, carajo. Le dije
“si, me gusta”. Y como todo pendejo a esa edad, atrevido, al “sí, me gusta” le
agregue un “y que” y le hice hombritos. Y ahí empezamos una disputa por señas,
porque el enseguida me disparo con el dedo “vos porque no escuchaste la
originas, borrego”. Uh, que te digan borrego es como a Martin McFly “gallina”.
Yo me puse más enojado todavía y a ese “vos porque todavía no escuchaste la
original, borrego”, yo le retruque “que original”. Y ahí la cague, porque
cuando le digo “que original” le hice con los dedos de la mano “montoncito”. Y
si hay algo que ninguno nos bancamos en el oeste, es que nos hagan
“montoncito”. Tonce el gordo agarra el repasador, latiguea la barra, clava el
vaso boca abajo, sale. Yo dije “uy, cagamos, listo, está bien. Me viene a pegar
un viaje, me lo merezco. Si tengo 14 años, la cara llena de granos, uso botas
tejanas, camisa hawaiana. Me lo merezco, merezco”. La cuestión es que el guía
da la vuelta, encara para donde estoy yo, trato de no desteñirme yanto pero
zafo. Pasa de largo, va hasta la videocasetera, y el muy ortiva saca el BHS con
los videos del verano 87/8 grabados de música total. No me deja escuchar el
tema que me estaba gustando y pone la canción “es la misma” de Led Zeppelin.
Era jodido el gordo que atendía la barra del Taler. (Prolepsis)Pero él nunca se llegó a
enterar, hasta hoy, y yo tampoco lo supe esa noche, que él me enseño, o por lo
menos me dio una idea de lo que era un cover. Mucho antes de escuchar este término
en la radio, cuando algún locutor decía que, por ejemplo, Erasure iba a hacer
un tema de Abba. El “cover”. Es una versión de algo conocido
pero que se diferencia del original por lo que tiene aquel que se adueña de ese
material, para transformarlo. El cover muchas veces es el paso intermedio que
tenemos todos nosotros, los que nos dedicamos a crear mundos, para llegar a
nuestros universos propios. Está asociado a lo que es la música, sí, pero yo
les propongo que pensemos un poco en textos y en imágenes. (Flashback)Estando en la escuela primaria, un
compañerito me presto la revista Larguirucho en el recreo. Sabia tener chistes con los personajes de García
Ferré, actividades escolares y en el medio un dossier con adaptaciones de
títulos de la literatura universal a la historieta. Todos lo de la colección
Robin Hood. Así fue como por primera vez yo leí “El extraño caso de Dr. Jekyll
y Mr. Hyde”. Me acuerdo de apurar en el recreo la lectura antes de que tocara
el timbre, y de quedar muy conmovido con esa historia, y pensar dos cosas: la
primera, muy asustado, ¿Cómo podía llegar a ser mi otro yo? Lo malo que podía
estar bien dentro mío. La segunda, “¡loco, para! este es idéntico al increíble Hulk!”. En esa
época, todos los domingos a las 21 hs por ATC (Argentina Televisora Color),
David Bruce Banner, medico científico, busca la forma de encontrar la fuerza
oculta que todo humano posee. De pronto, sobredosis de rayos gama alteran la
química de su cuerpo. Entonces cuando el Dr. Banner se enoja o se violenta,
ocurre una asombrosa transformación. Bill Visby es “El Hombre Increíble”. (Prolepsis) Más tarde iría relacionando los conceptos con todo lo que había
visto en el mundo de la ficción de la tele y los libros. Pensar en eso me llevo,
como este relato los lleva a ustedes
ahora, a la siguiente pregunta:
¿Es un cover de Jekyll y Hyde, el Increíble
Hulk? Evidentemente, Stan Lee, el creador del personaje, se inspiró en la
novela de Stevenson. Y entonces ¿por qué siendo las dos básicamente la misma
historia, cosechan legiones de seguidores, admiradores de diferentes
generaciones inclusive? Sera porque las historias tienen como nosotros, los
seres humanos, una misma columna vertebral, pero después un montón de cosas que
las van diferenciando hasta volverlas únicas. Todos en algún momento nos
preguntamos ¿Por qué me voy a poner a escribir? ¿Por qué me voy a subir a un
escenario a interpretar un papel? ¿Por qué me voy a sentar a dibujar? ¿Por qué
me voy a poner a entrenar determinada disciplina? ¿Por qué voy a aceptar una
invitación a dar una charla TED? Si
antes ya lo hizo, y mejor. ¿Va a haber alguien que quiera escuchar, quiera ver
lo que tengo yo para dar? Y sobre todo ¿Tengo algo para dar? Es difícil, muy
muy difícil creer en uno. Pero ese es el primer acorde. Esa es la primera nota
que tenemos que animarnos a tocar. Yo soy forjado en un taller literario. Mi maestro
es maestro de escritores, yo soy un orgulloso discípulo de él. En todo este
tiempo compartido, de las muchas enseñanzas que él me supo dar, la que quiero
compartir con ustedes y la que elijo abanderar en esta vida es esa en la que él
me explico que cuando te morís, del otro lado, no hay ni cervezas ni tetas. Que
entonces aproveche en esta vida para tomar todo lo que pueda y que como no
siempre se puede tocar lo que uno ve y anhela, desde lo que escriba me haga el
lindo y cariñosito, intente enamorar. Le doy todo lo que tengo y todo lo que
soy a lo que escribo. Le dejo todo. Me pongo en bolas. Le doy todo. Por eso mis
libros han sido muy generosos conmigo. Escribir es como escuchar un cover, una
sensación de algo conocido, familiar.
Algo de todos, algo tuyo, algo nuevo. Es organizar una fiesta y que
nadie se quede afuera. Pero sobre todo sos vos el que tiene que divertir, el
que la tiene que vivir. Cantar, bailar, emborracharte de la alegría, bancártela
si te pinta un pedo triste. No tenerle miedo al ridículo, evocar aquello que
nos hizo tan felices, como así también lo que nos hizo mal. Hacernos cargo de
nuestros respectivos prontuarios, mostrar de dónde venimos, mostrar quienes
somos. No ser mezquinos, ponerle todas las ganas, brillar y después explotar.
Porque todo eso, ni más ni menos, y si me permiten desde mi experiencia, es
escribir. Estando en la mala, en un locutorio, allá también en el oeste, donde
sabia ir a laburar la novela que me cambio todo a mí, Chamamè, una novela que
escribirla cuando lo había perdido todo, me termino dando de todo. Boludeando
en internet antes de abrir el archivo de Word, recién había descubierto YouTube
y andaba linkeando de video en video y así me volví a encontrar con esta
canción, con este cover que había descubierto aquella vez en diciembre del ’87
allá en Taler, el pool de Morón. Me acuerdo de darle play, de mirarla por
primera vez después de casi 25 años y pensar “Dios mío, que papelón, tenía
razón el gordo, esto es cualquiera” y después pegarme en la jeta, “basta negro bocón, basta porque no podemos
ser así con lo que una vez amamos. Hay que respetarlo”. Entonces voy a darle un
segundo ‘play’ y ver el video con esos ojos que supe tener a los 14 años,
volver a ver el video y mirarlo con esa mirada que me convierte en el hombre
que soy hoy. Volver a sentir lo que fue ese diciembre del ’87 cuando la vi por
primera vez a ella, y ahora con todo lo que leí después, con todo lo que vi,
reconocer cuando la jugaban de Bonnie y Clyde, Marco Antonio y Cleopatra, Gene
Kelly y Debbie Reynolds, Cantando bajo la lluvia, Swinging London, coreografías
tirolesas, rockabilly, de todo. Y me
volvió a encantar el tema, me volvió a parecer ella muy hermosa, por más que
tuviera el jean debajo de los pechos, cosa que hoy no es tan sexy. Le di por segunda vez un play y venia
subtitulada la canción. Para mí son verdaderos héroes anónimos los usuarios
que subtitulan las canciones, porque mi ingles empieza en “Where is the cat?”
termina “The cat is under the table”. “What color is the cat? The cat is under
the table” y empiezo a leer la canción y
me doy cuenta de que la tenía bien adentro mio, que estaba anidando hace mucho.
Y que hablaba un poco de esa necesidad
que tenía de creer en lo que estaba haciendo, en lo que era escribir. Que ese tema, la letra, hablaba de lo que era
mi relación con la escritura, de las ganas que teníamos los dos de que esto
funcionara. Porque la letra dice que dos
corazones saben perderse dándolo todo cuando se unen. La una manera en la que
te deje, y por un rato, solo si vos alguna vez lo crees necesario. No te vas a arrepentir de pedírmelo porque
siempre voy a volver a suplicarte que no te olvides de recibir esto que nos
unió. Abrí bien los ojos y date cuenta de que te estoy hablando de algo eterno,
que te necesito a mi lado, veni y se mi orgullo. No te voy a fallar, porque
desde el primer momento te mostré quien soy. Bueno, nada, eso.
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